DESCENDIMIENTO

Al pronunciar esta palabra, DESCENDIMIENTO, se funden muchos conceptos y sensaciones, para cuantos sentimos y creemos en los valores del cristianismo y muchos más, a los que nos sentimos católicos.
Es una palabra, que aunque en el sentido litúrgico, nos define en un solo vocablo, la bajada de Jesús de la Cruz, después de su infamante ejecución, si profundizamos en las muchas acepciones que se le pueden atribuir, nos podemos remontar al deseo del Padre, de enviar a su hijo, haciéndolo hombre, para que a través de sus ejemplos de vida, sus prédicas  y sobre todo su muerte, nos redima y nos lleve hasta su Gloria, el día de nuestro tránsito final, arrepentidos de no haber cumplido con el ejemplo que Jesús nos deja en la tierra y en su Evangelio.
Claro que el Descendimiento es la bajada de Jesús de la Cruz; de la unción que los santos varones imprimen a este piadoso acto, para entregar el cuerpo muerto de un hijo a su madre y a las mujeres que lo lavarán y envolverán en el sudario para su enterramiento. Claro que queremos que signifique esto, pero conlleva muchas cosas más. Descender hacia la humildad para con nuestros hermanos; descender de posiciones absurdas para colocarnos a nivel normal; descender de aptitudes de soberbia o prepotencia, para igualarnos con los que nos rodean; descender de ideas preconcebidas, sin otro análisis que nuestro propio ego. Descender, en fin, de todo lo que no nos sirve para llevar una vida acorde con aquel que descendieron de una cruz y que todo lo hizo por nosotros, por toda la humanidad. Sin importarle el atroz sufrimiento que se le infligió, sabiendo que era la voluntad del Padre y que los profetas lo habían venido anunciando a través de los siglos anteriores a su nacimiento.
Así veo yo este momento sublime del Descendimiento. Sin ánimo de impartir ninguna clase magistral, ni doctrina, creo con sinceridad en lo manifestado. No obstante, me extenderé en consideraciones que atañen al caso (según mi saber y entender), y a circunstancias mucho más cercanas. 
La Real Cofradía El Descendimiento de Nuestro Señor Jesucristo, de Requena, es una hermandad vital y con inquietudes, gracias a la Junta de Gobierno actual, que retoma su dirección y le vuelve a dar esa impronta que la caracteriza, dentro de la parquedad de actuaciones que las demás cofradías o hermandades de la ciudad manifiestan a lo largo de cada año natural entre los días de las Semana Santa.
En primer lugar, han tenido la buena idea de ampliar su patrimonio de Pasos, además del magnífico Paso titular, El Descendimiento, el de La Exaltación, La Verónica y el que se procesiona el Domingo de Ramos, Jesús en la borriquilla. Cuatro Pasos que la dotan de variedad iconográfica en las procesiones, que sin ilación, entre ellos, los entremezclan con la amplia variedad que componen todos los Pasos que suman el resto de las cofradías.
En segundo lugar, han sido pioneros, en Requena, de dotarse de una Casa de Hermandad, que sin duda les confiere una independencia, para usarla en reuniones de Junta de Gobierno, de juntas de variada temática, de exposición de sus estandartes, báculos y demás objetos propios, y para reunir sus Pasos, arreglarlos para su procesión e iniciar desde dicha sede, sus recorridos penitenciales.
No hay nada como querer, para embarcarse en iniciativas de mejora para la propia Hermandad. Y tiene que haber personas que la sientan, como la sienten los que la gobiernan, para conseguir los logros que de manera callada, pero constante, van impulsando su consolidación y avance, año tras año.
Todo ello surgido con el marchamo de la palabra que inicia este artículo DESCENDIMIENTO. Cuando por iniciativa de Bartolomé Vila Morey, reunió a un grupo de personas de Requena, que contribuyeron a la formación de la Cofradía, sus fundadores.
Han pasado muchos años, pero la renovación de personas y ganas de trabajar, logran el estado actual de la Cofradía.
Pero como la Fe, tiene que ser el motor que nos anime a diario para superarnos, regresemos a la génesis u origen de la cuestión primaria, al Descendimiento de Cristo de la infamante Cruz. La moderna investigación, ha probado que el martirio que sufrió Jesús, antes de ser crucificado, fue desmesurado y fuera de la norma establecida, hasta para los más abyectos criminales. Cuanto más, si se le aplica a una persona como Jesús, que había pasado haciendo el bien, curando y predicando la buena nueva de su misión salvadora. La  clase dominante en Judea, el Sanedrín, corruptos y llenos de privilegios, sin pensar en el pueblo, sino en su propio bienestar y riquezas, en complacencia con los mandos de la potencia romana que ocupaba y dominaba aquel territorio, desplegaron todo su poder, y cambiaron en pocos días la voluntad popular, que pasó de aclamar a Jesús a su llegada a Jerusalén, a preferir que soltasen a Barrabás, sedicioso y guerrillero, preso por Roma.
No es cosa de entrar en los detalles del fraude del juicio que padeció Jesús, pero cualquier versado en Historia y Leyes, ve como manipularon testigos y falsas acusaciones, a más de la presión que ejercieron sobre Poncio Pilato, gobernador del territorio; mandando a Jesús de uno a otro, porque nadie quería asumir tamaño crimen. Pero así esta escrito y proclamado por Él mismo, en sermones y conversaciones con sus discípulos.
Prendimiento, Sentencia, Ejecución, Descendimiento y Resurrección. Cinco palabras que resumen el proceso a Jesucristo, PASIÓN  que los católicos veneramos a través de sus imágenes y sentimos en nuestro interior, afligidos por el sacrificio.
Antes, Jesús había establecido el más grande de los misterios, su permanencia entre nosotros a través de la Transustanciación, o sea, la conversión del pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, instituido en la Santa Misa.
De todas las escenas que revivimos durante la Semana Santa, a través de los Pasos que se procesionan (siendo todos ellos igualmente conmovedores y piadosos), nos vamos a detener en el Paso titular de la Real Cofradía, compuesto por siete figuras de tamaño natural, que le confieren su grandiosidad y espectacularidad.
Son las figuras básicas del momento, las protagonistas, las que bajan y reciben el santo cuerpo del Hijo muerto y se lo entregan a la Madre. Momento de la bajada del cuerpo de la Cruz, una vez desclavado.
Jesucristo, inerme y laxo por la muerte.
José de Arimatea, santo varón, que se adolece de Jesús.
Nicodemo, otro santo varón, que ayuda en el Descendimiento.
Juan, el discípulo amado, quien narrará lo sucedido.
María Magdalena, que recibe a Jesús y seca sus pies con sus  propios cabellos.
María de Cleofás, otra pía mujer, que consuela a la Virgen.
Y María, la Madre Dolorosa, que espera ese Descendimiento, para abrazarse a su Hijo y colmarlo de besos y lágrimas.
Soledad de estas figuras, el Paso está vacío de cualquier cosa que no sea lo fundamental. La Cruz, las escaleras para desclavarlo y descenderlo, y las siete figuras que representan la esencia del momento. Lo básico. Lo fundamental como representación del momento.
Estos son los personajes representados en el Paso.
Después, el momento siguiente es la Piedad. Cristo en los brazos de su Madre, expuesto al mundo, para que todos veamos la afrenta hecha al Hijo de Dios. Inmortalizada la escena en la famosa escultura de Miguel Ángel, “La Pietá”, que se encuentra en la Basílica de San Pedro en el Vaticano. Por citar uno de los más conocidos ejemplos.
Pero volviendo al Descendimiento, representado en infinidad de cuadros, pintados por los mejores artistas del mundo y los mejores imagineros en sus pasos, con el recogimiento propio de estar representando escenas de sumo dolor y de una trascendencia religiosa, se vuelcan en querer y desear que la contemplación de estas recreaciones de un momento tan solemne, nos debe servir para hacernos mejores a nosotros y a toda la humanidad, reflexionando en estos pasajes del Evangelio, que como todo él, relatan la vida de Jesucristo y su Pasión inhumana y cruel, que no se merecía el Hijo de Dios.
Los siglos que han transcurrido, desde este momento, moldeados por ideas, doctrinas, reformas y contrarreformas, herejías y dogmas, hechos y circunstancias (no quiero entrar en individualidades), nos han legado un sinfín de escritos e imágenes, para que nuestra Fe mande por encima de todo lo dicho.
O creemos o no creemos; esa es la cuestión. Si no creemos, no vale la pena desarrollar las palabras. Si creemos, si pensamos que todo el relato evangélico es cierto y ocurrió, deberemos fijarnos en los mensajes que estas obras de arte, basadas en el relato evangélico, nos dejan en nosotros y que deben ayudarnos a interpretar mucho mejor, esos momentos de la Pasión, como reflejan las imágenes y pasos procesionales que sacamos a la calle en Semana Santa.
Hemos de recordar que en el Cristianismo, las imágenes han servido para interpretar mejor las Sagradas Escrituras y el Evangelio, pues cuando la gente en general no sabía leer, las pinturas y las esculturas, descifraban los principales pasajes de dichos escritos y esta tradición nos llega hasta nuestros días, aunque ahora la gente está instruida y sabe por las lecturas la profundidad de dichos textos, permanece dicha tradición y costumbre de realizar pinturas e imágenes que siguen plasmando escenas santas.
La fuerte tradición que existe en España, con sus procesiones de Semana Santa, dan idea de lo muy arraigado del sentimiento. Me explico. Desde que se iniciaron estos desfiles procesionales, han arraigado en cada pueblo o ciudad, siendo cuidados con esmero y devoción los Pasos a procesionar. De acuerdo que los sentimientos personales son complejos y difíciles de explicar, pero la “pasión” que demuestran muchos hermanos cofrades, dista mucho de ser nociva, al margen de su más o menos práctica religiosa personal.
Deseable la total implicación, sincera y sentida, de la buena práctica, como católicos que somos, pero no desdeñemos este rasgo de amor y hasta pasión, por nuestras cofradías y hermandades, que no nos alejan del espíritu cristiano.
Termino con este apunte poético:

Descendido de la Cruz... escarnecido y vejado,
cuerpo yerto por la muerte, casi abandonado...
consumado el sacrificio ante Dios y las fatalidades,
vuelves, Jesús, al seno de las eternas Trinidades.
...............................................
Justo desde la Cruz… te descienden a este mundo,
para ofrecerte en sacrificio vivo en un segundo...
al cual podemos acogernos, aunque estés inerte,
dejándonos asirte fuerte siempre, al descenderte.

Solo importa… que siempre vences a la muerte
en renovada función.  Y es deber no ofenderte,
por ese sacrificio contraído, tan pleno de valores
que sirve, eternamente... para sanar nuestros dolores.

A.M.D.
(febrero de 2011)

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